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lunes, 4 de noviembre de 2013

UN SONETO

Fue Laureano un hombre de costumbres
ceñidas a un rigor sin concesiones,
dechado de prudencia y convicciones
ajenas a flaquezas o deslumbres.

Pero, ¡ay!, pasó Aurorita con sus cumbres
inclementes, en guerra. Dos razones,
rebosando lujuria, tentaciones,
remedio de tristeza y pesadumbres.

No duda Laureano la escalada
a los turgentes montes por la senda
ligera del deseo. Destemplada,

Aurorita le amaga reprimenda,
mas culmina con gusto doblegada
a la cuestión que nunca tuvo enmienda.


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