MIS FOTOS

lunes, 4 de noviembre de 2013

UN SONETO

Fue Laureano un hombre de costumbres
ceñidas a un rigor sin concesiones,
dechado de prudencia y convicciones
ajenas a flaquezas o deslumbres.

Pero, ¡ay!, pasó Aurorita con sus cumbres
inclementes, en guerra. Dos razones,
rebosando lujuria, tentaciones,
remedio de tristeza y pesadumbres.

No duda Laureano la escalada
a los turgentes montes por la senda
ligera del deseo. Destemplada,

Aurorita le amaga reprimenda,
mas culmina con gusto doblegada
a la cuestión que nunca tuvo enmienda.


lunes, 7 de octubre de 2013

jueves, 16 de mayo de 2013

RAYUELA, CAP. XIX


La cuestión de la unidad lo preocupaba por lo fácil que le parecía caer en las peores trampas. En sus tiempos de estudiante, por la calle Viamonte y por el año treinta, había comprobado con (primero) sorpresa y (después) ironía que montones de tipos se instalaban confortablemente en una supuesta unidad de la persona que no pasaba de una unidad lingüística y un prematuro esclerosamiento del carácter. Esas gentes se montaban un sistema de principios jamás refrendados entrañablemente, y que no eran más que una cesión a la palabra, a la noción verbal de fuerzas, repulsas y atracciones avasalladoramente desalojadas y sustituidas por el correlato verbal.. Y así el deber, lo moral, lo inmoral y lo amoral, la justicia, la caridad, lo europeo y lo americano, el día y la noche, las esposas, las novias y las amigas, el ejército y la banca, la bandera y el oro yanqui o moscovita, el arte abstracto y la batalla de Caseros pasaban a ser como dientes o pelos, algo aceptado y fatalmente incorporado, algo que no se vive ni se analiza porque es así y nos integra, completa y robustece. La violación del hombre por la palabra, la soberbia venganza del verbo contra su padre, llenaba de amarga desconfianza toda meditación de Oliveira, ...

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